Influencia sí, control no: el verdadero alcance de la CIA en Latinoamérica

Estados Unidos tiene un largo historial de intervencionismo en América Latina. Y su Agencia Central de Inteligencia, también. Pero declaraciones como las de Trump pueden ser contraproducentes.

El presidente estadounidense, Donald Trump, dio su autorización a la CIA para llevar a cabo operaciones letales en Venezuela. Adujo dos motivos: el narcotráfico y la inmigración ilegal procedentes de Venezuela, país al que acusó de estar «vaciando sus cárceles» en Estados Unidos.

Le preguntaron también si había dado a la CIA autoridad para «eliminar» al cuestionado presidente venezolano, Nicolás Maduro, por quien el Gobierno estadounidense ofrece una cuantiosa recompensa. «Es ridículo hacerme esa pregunta. No es en verdad una pregunta ridícula, pero ¿no sería ridículo que yo la respondiera?», contestó.

La respuesta venezolana no se hizo esperar. Primero, en forma de comunicado del Ministerio de Relaciones Exteriores y, luego, en boca del propio Maduro, que en un encendido discurso hizo un llamado al entendimiento, pero rechazó cualquier intervención. «No a los golpes de Estado dados por la CIA», clamó. «América Latina no los quiere, no los necesita, y los repudia», añadió, recordando explícitamente los casos de Argentina y Chile.

«Los golpes de Estado de la CIA»

«Estados Unidos crea una red de información en América Latina a partir de la Segunda Guerra Mundial con la OSS (Office of Strategic Services), que luego se va a transformar en la CIA», explica el historiador Lorenzo Delgado a DW. Washington tenía ya entonces un largo historial de intervencionismo militar en Latinoamérica. Y continuaría después, con participación en varios golpes de Estado. Como los que citó Maduro, y otros. La lista es larga. Pero ¿cuál fue el papel de la CIA en ellos? «Por la propia definición de este tipo de servicios, eso es complicado de saber a ciencia cierta», advierte Delgado.

«Desde luego, la primera gran intervención que se produce por parte de la CIA en América Latina es en Guatemala contra el Gobierno de Jacobo Árbenz [en 1954]», recuerda Arturo López Zapico, profesor de Historia Contemporánea, en entrevista con DW. Después seguirían República Dominicana (1961), con la rebelión militar que puso fin a la dictadura de Rafael Trujillo; el golpe de Estado en Brasil contra Joao Goulart (1964), y en Panamá, la invasión para capturar a Noriega (1990).

Pero hay más casos documentados, como los de Bolivia y Argentina. El caso de Chile es de los más citados «porque tenemos muchas fuentes para su estudio», explica López Zapico, que recuerda también intervenciones fallidas como la invasión de Bahía de Cochinos en Cuba, el apoyo a los Contras en Nicaragua, o los planes para matar a Fidel Castro. «La CIA ni es todopoderosa, ni tampoco este tipo de operaciones están pensadas para generar un caos completo en el país, sino que se buscan ‘soluciones’ para sustituir a esos gobiernos que no son, digamos, proclives a Estados Unidos o a sus intereses», explica.

¿Cómo influía Estados Unidos en América Latina?

«Entonces, lo que van a hacer es mantener una red de personas que sintonizan con Estados Unidos o que buscan el apoyo norteamericano para instalarse en el poder». «Una parte de la influencia que pudo tener la CIA en ese tipo de movimientos viene por esos contactos», añade. El Plan Cóndor, por ejemplo, podría incluirse entre los frutos de este tipo de vínculos.

Aunque el sitio más conocido para establecer esas conexiones haya sido la Escuela de las Américas, una academia militar estadounidense en Panamá por la que pasaron la mayoría de las élites militares del continente, había muchos otros mecanismos. Como las ventas de armamento, destaca Delgado, que van acompañadas con cursos de formación específicos y asesorías militares. «No se trata solo de vender esas armas, sino de buscar lazos de amistad, de afinidad, de camaradería, y de colaboración en el futuro».

«Un intervencionismo mucho más claro»

«La CIA, como agencia de inteligencia, ha operado en Venezuela y América Latina desde hace décadas, operará en el futuro y está haciéndolo ahora», dice Pérez Ricart, para quien las declaraciones de Trump no han cambiado nada. «No hay nada nuevo desde el punto de vista operativo y, si lo hay, no lo sabemos», añade. Lo único que ha cambiado es la retórica y la forma de hablar del tema, hacia «un intervencionismo mucho más claro» y sin tapujos.

Por ejemplo, antes del golpe de Estado en Chile, en 1973, el entonces secretario de Estado estadounidense, Henry Kissinger (que recibiría ese mismo año el Premio Nobel de la Paz por el alto el fuego en la Guerra de Vietnam) le aseguró a Augusto Pinochet el apoyo de Estados Unidos. Sin embargo, le advirtió que, en público, el entonces presidente, Richard Nixon, tendría que expresar su condena al golpe.

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