Con la llegada de temperaturas más bajas, uno de los efectos más comunes es la resequedad de la piel. El paso del calor al frío provoca que la humedad ambiental disminuya, lo que afecta la hidratación natural del cuerpo.
Los dermatólogos explican que, durante esta transición, las glándulas sebáceas producen menos grasa natural, reduciendo la barrera protectora que mantiene la piel flexible. Si no se toman medidas preventivas, pueden aparecer irritaciones, grietas o incluso brotes de sensibilidad.
Por eso, cuidar la piel en esta temporada no es solo cuestión estética, sino una forma de mantener su salud y equilibrio.
Ajusta tu rutina de limpieza e hidratación
El primer paso para proteger la piel del frío es adaptar la rutina diaria. Muchos productos diseñados para climas cálidos contienen ingredientes astringentes o limpiadores fuertes que pueden resecar aún más cuando bajan las temperaturas.
Recomendaciones clave:
- Usa limpiadores suaves, sin alcohol ni fragancias fuertes. Los jabones neutros o las espumas hidratantes son ideales.
- Cambia las cremas ligeras por hidratantes más densos o con base de aceites naturales, como el de almendra, jojoba o karité.
- Aplica la crema o loción inmediatamente después del baño, cuando la piel aún está ligeramente húmeda, para sellar la humedad.
- No abuses del agua caliente, ya que elimina los aceites naturales de la piel y acentúa la resequedad.
En esta época, la regla es simple: menos productos agresivos y más humectación constante.
Cuidado facial: protege las zonas más expuestas
El rostro es una de las partes del cuerpo que más resiente el cambio de clima. El viento y las bajas temperaturas pueden causar enrojecimiento, grietas y sensación de ardor, especialmente en mejillas, labios y nariz.
Consejos para el cuidado facial en frío:
- Usa protector solar todos los días, incluso si el cielo está nublado. Los rayos UV siguen presentes y pueden resecar la piel.
- Incluye en tu rutina un suero hidratante con ácido hialurónico, que ayuda a retener el agua en las capas profundas de la piel.
- Hidrata los labios con bálsamos ricos en cera de abejas o manteca de cacao. Evita lamerlos, ya que la saliva los reseca más.
- Si pasas mucho tiempo frente a pantallas, opta por cremas con antioxidantes o vitamina E para protegerte de la luz azul.
Estos cuidados no solo previenen la resequedad, sino que mantienen la piel más luminosa y resistente ante los cambios de temperatura.
El cuerpo también necesita hidratación extra
Aunque el rostro suele recibir más atención, el resto del cuerpo también sufre con el clima frío. Los brazos, piernas y manos tienden a perder humedad rápidamente.
Sugerencias para mantener la piel del cuerpo suave:
- Usa cremas corporales con glicerina, avena o urea, que restauran la barrera cutánea.
- Coloca un humidificador en casa, sobre todo si usas calefacción, para evitar que el aire seco reseque la piel.
- Bebe suficiente agua. Aunque no haya calor, la piel sigue necesitando hidratación desde adentro.
Durante la noche, aplicar una capa extra de crema o aceite corporal ayuda a regenerar la piel mientras duermes.
Ingredientes recomendados para el cambio de clima
Al elegir productos de cuidado personal, busca ingredientes que aporten humectación y nutrición profunda:
- Ácido hialurónico: mantiene la hidratación durante horas.
- Ceramidas: fortalecen la barrera natural de la piel.
- Manteca de karité: ideal para zonas muy secas.
- Avena coloidal: calma la irritación y picazón.
- Aceite de coco o argán: nutren y suavizan sin obstruir los poros.
Evita productos con alcohol o fragancias sintéticas, ya que pueden irritar o aumentar la sequedad durante los meses fríos.


